Ni maldigo la suerte
ni celebro un presente que se arrastra
sine die por el suelo.
He reescrito tantas veces las estrofas
que ya no hilo la hipérbole voraz
del desconsuelo
con el límite a infinito de los besos.
Los dedos que desdoblan los prospectos
cada vez teclean menos
las ventanas que miraba.
Dejé de preguntarme si aún hay alguien
al otro lado de los versos.
Y viceversa.
1 comentario:
Te ha quedado precioso.
Pero puesto que yo me he preguntado muchas veces lo mismo te diré que a veces es mejor no hacerse preguntas, porque podemos hayar la respuesta.
Saludos
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