A menudo la cara y la cruz
dejan a deber su cuenta
y las horas transcurren inertes
o por inercia,
sin más pretensiones
que alejarse un poco
de esa orilla del tiempo
que enseña a nuestros ojos a llorar.
Son días sin efemérides,
huérfanos de sal,
que serían terriblemente prescindibles
si no fuera
porque, por las costuras de tu escote,
siguen asomándose mis deseos.
11 comentarios:
Hola amigo un hermoso poema me encanta tu sutileza para escribir siempre al final dejas lo mas lindo sensual romántico.
Besos amigo que tengas un feliz fin de semana.
Hola, Pedro:
Hay deseos que nos ayudan a seguir viviendo.
Un abrazo.
El final de tu poema es una maravilla, me encanta.
Un abrazo
Lo intrascendente, lo vacío, lo huero, da un vuelco al final del poema y se llena de sensualidad y deseo.
Magnífico.
Un abrazo enorme desde Asturias. Feliz fin de semana.
Precios poema Ismael, en la lágrimas también hay sal y si asoma un deseo está viva la esperanza
Un abrazo
Es bonito.
Por cierto soy Pérfida
Un saludo coleguita
Que el deseo siga haciendo cada día mágico, especial e irrepetible.
Precioso poema.
Muchos besos
Bego
El final totalmente insinuante y provocador. Muy hermoso. Espero que estés bien. Un abrazo
Melancolía que se desliza entre palabras y termina en un oasis exquisito.
Un abrazo Ismael
La belleza viaja en el deseo;
o quizás es el deseo quien cabalga en la belleza.
Sea como sea ellos emergen de las nubes, en los días del tedio.
Un saludo Ismael.
Terriblemente prescindibles...¡Yo también me quedo!
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