viernes, 20 de abril de 2012

Pagar con la deuda


A menudo la cara y la cruz
dejan a deber su cuenta
y las horas transcurren inertes
o por inercia,
sin más pretensiones
que alejarse un poco
de esa orilla del tiempo
que enseña a nuestros ojos a llorar.
Son días sin efemérides,
huérfanos de sal,
que serían terriblemente prescindibles
si no fuera
porque, por las costuras de tu escote,
siguen asomándose mis deseos.

11 comentarios:

Gladys dijo...

Hola amigo un hermoso poema me encanta tu sutileza para escribir siempre al final dejas lo mas lindo sensual romántico.

Besos amigo que tengas un feliz fin de semana.

Rafael Humberto Lizarazo Goyeneche dijo...

Hola, Pedro:

Hay deseos que nos ayudan a seguir viviendo.

Un abrazo.

Paloma Hidalgo dijo...

El final de tu poema es una maravilla, me encanta.

Un abrazo

Aurora dijo...

Lo intrascendente, lo vacío, lo huero, da un vuelco al final del poema y se llena de sensualidad y deseo.
Magnífico.
Un abrazo enorme desde Asturias. Feliz fin de semana.

Ana dijo...

Precios poema Ismael, en la lágrimas también hay sal y si asoma un deseo está viva la esperanza

Un abrazo

Perfida Canalla dijo...

Es bonito.
Por cierto soy Pérfida
Un saludo coleguita

Begoña dijo...

Que el deseo siga haciendo cada día mágico, especial e irrepetible.
Precioso poema.

Muchos besos

Bego

Micaela dijo...

El final totalmente insinuante y provocador. Muy hermoso. Espero que estés bien. Un abrazo

merce dijo...

Melancolía que se desliza entre palabras y termina en un oasis exquisito.


Un abrazo Ismael

iñaki zaratiegui dijo...

La belleza viaja en el deseo;
o quizás es el deseo quien cabalga en la belleza.
Sea como sea ellos emergen de las nubes, en los días del tedio.

Un saludo Ismael.

Lola Valero dijo...

Terriblemente prescindibles...¡Yo también me quedo!