Picar la pena en juliana
bien finita,
añadir una pizca de dolor
y machacar,
dorar todo un minuto
en la cazuela,
pelar mientras tanto la angustia
y reservar,
añadir a la mezcla algo de harina,
retirarla del fuego y amasar,
aliñar con la sal de doce lágrimas,
(de las lágrimas no debemos abusar)
y cocer en el olvido lentamente
en un molde mediano de ansiedad.
Aplicar la pasta resultante
a modo de cataplasma
sobre el corazón del alma
hasta que se enfríe por completo.
1 comentario:
Precioso Ismael...Un remedio fantástico para el alma. Un fuerte abrazo.
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